Tema 1 de
Literatura: La narrativa del siglo XX hasta 1939.
1.
El contexto histórico mundial del siglo XX.
A comienzos del siglo XX Europa vive una época de gran
prosperidad económica. Junto al desarrollo de una opulenta clase
burguesa surgen los primeros movimientos obreros
nacidos a finales del siglo XIX representados por socialistas,
comunistas y anarquistas. Después de la 1ª Guerra Mundial
(1914-1918), Europa pierde la hegemonía que había venido ejerciendo
durante siglos, y en su lugar emergen dos grandes potencias: Estados
Unidos y Japón.
Los años que discurren entre la 1ª y la 2ª Guerra
Mundial son denominados históricamente como período de
entreguerras. Se producirá en 1917 la Revolución
Rusa, que dará lugar al primer estado comunista. En 1929 el
sistema capitalista sufre una profunda crisis evidenciada por el
crack de la bolsa de Nueva York, lo que propiciará el
nacimiento en Europa de las ideologías fascistas,
representadas por Mussolini en Italia y Hitler en Alemania.
El afán expansionista del nacionalsocialismo
alemán y del fascismo italiano provocará el
comienzo de la 2ª Guerra mundial (1939-1945), cuyo
resultado será la derrota de las potencias de eje, Alemania y Japón,
y la división de los estados en dos bloques: el comunista y el
capitalista.
El enfrentamiento entre ambos sistemas, el comunista
soviético y el capitalista norteamericano, dará lugar al período
de la Guerra Fría, que finalizará en 1989 con la
caída del Muro de Berlín y la posterior disolución de la Unión
Soviética en 1991, consolidándose de esta forma la sociedad de
consumo, que caracterizará a la economía capitalista.
Finalizando el siglo XX, se producen dos fenómenos que
transformarán profundamente las relaciones sociales: la
globalización económica y la sociedad de la
información surgida del desarrollo tecnológico. Ambos
fenómenos siguen protagonizando los principales acontecimientos del
mundo actual.
2. El contexto histórico español hasta 1939.
El siglo XIX finaliza con el desastre del 98,
esto es, con la pérdida de las últimas colonias del imperio
español, Cuba y Filipinas. Este hecho sacudió intensamente la
política y la ideología nacionales, y los intelectuales abogaron
por una reforma general de la vida española.
Bajo el reinado de Alfonso XIII, iniciado
en 1.902, España se ve envuelta en una sangrienta guerra con
Marruecos, cuyos efectos, unidos a la crisis económica de
los años 20, culminarán en la instalación de la dictadura
del general Primo de Rivera (1923-1930).
El 14 de abril de 1.931 se proclama la Segunda
República, un período agitado en lo político y de enorme
riqueza cultural en el que la radicalización de las posturas
ideológicas y el incremento de la violencia frustraron los proyectos
de modernización. El levantamiento militar del 18 de julio de 1936
provoca una Guerra Civil que terminaría tres años
después con la implantación de la Dictadura Franquista.
3. La
Literatura española del siglo XX.
La intensa conmoción que supuso la Guerra Civil
(1936-1939) en la sociedad española determina la división de la
vida cultural, y por tanto, de la Literatura, en dos períodos: el
anterior a la guerra (1900-1939), y el posterior
(1939 hasta la actualidad).
Los principales movimientos literarios que se
desarrollan hasta 1939 son: el Modernismo, dentro del
cual podemos situar a la Generación del 98, el
Novecentismo o Generación del 14, y la
Generación del 27.
Después de la Guerra Civil, las corrientes literarias
que se suceden son numerosas, por lo que tradicionalmente se estudia
la evolución de la Literatura Española a través de los géneros
literarios: la narrativa posterior a 1939, la poesía
posterior al 39 y el teatro posterior al 39,
pudiéndose establecer dos períodos: el correspondiente al régimen
de Franco, y el iniciado a partir de la Restauración de la Monarquía
en la figura del rey Juan Carlos I.
4.
La Generación del 98.
Se denomina Generación del 98 a un grupo
de escritores que vivieron en su juventud el desastre colonial, lo
que modeló sus inquietudes y sus anhelos. Tradicionalmente se
incluyen en la misma Pío Baroja, Azorín,
Ramiro de Maeztu, Miguel de Unamuno,
Antonio Machado y Valle-Inclán (aunque
éstos dos últimos con reservas, ya que siguen una evolución
ideológica y estética distinta a sus compañeros). Este grupo de
autores cumple los principales requisitos para hablar de una
generación literaria: nacen en fechas próximas,
mantienen relaciones personales intensas -especialmente
los cuatro primeros-, participan en actos colectivos
-como la visita a la tumba de Larra- y existe, finalmente, un
acontecimiento generacional que aúna sus voluntades: el
“desastre del 98”, fecha que les ha dado nombre, y que se refiere
a la ya citada pérdida de las últimas colonias, Cuba y Filipinas.
4.1. Características de la Generación del 98:
- Muestran una gran interés por los grandes temas de la existencia humana: el sentido de la vida, el destino del hombre, la actitud religiosa...
- Su preocupación ante la situación nacional convierte el tema de España en el eje central de su obra. Critican, sobre todo, a los gobernantes corruptos, el atraso del campo y los vicios nacionales. Creen que los problemas del país hallarán solución en la medida en que se produzca en el pueblo un cambio de mentalidad.
- El deseo de modernizar el país les hace volver sus ojos a Europa, y así Unamuno la necesidad de europeizar a España. En una segunda etapa, sin embargo, reivindicará los valores nacionales más “castizos” y hablará de españolizar Europa.
- Buscan la esencia de lo español en las tierras de Castilla, en su historia y en su literatura. Aman los viejos pueblos y el paisaje castellano.
- Muestran afán por renovar literariamente nuestra lengua. Recuperan palabras tradicionales y utilizan arcaísmos. Con el fin de transmitir con claridad sus ideas, defienden un estilo antirretórico caracterizado por la sobriedad y la precisión.
- Además del cultivar con frecuencia el ensayo y el periodismo, cauces apropiados para la exposición de sus ideas, tratan de modernizar los géneros literarios; por ejemplo, las nivolas de Unamuno, mezcla de reflexión y relato, supusieron un profundo cambio en la narrativa de su época.
4.2 Miguel de Unamuno.
Nacido en Bilbao (1864-1936), fue rector de la
Universidad de Salamanca y llegó a ser desterrado a la isla de
Fuerteventura por sus ataques al rey y al general Primo de Rivera.
Expuso en sus ensayos En torno al casticismo y
Del sentimiento trágico de la vida su pensamiento
respecto a el problema de España, diferenciando entre
historia e “intrahistoria”, siendo esta última “la
vida silenciosa de millones de hombres sin historia” que son la
base de la verdadera historia. La cuestión religiosa
es el tema de La agonía del cristianismo.
Como novelista, renueva el género a través de una
serie de innovaciones: la concepción de la novela como un método de
conocimiento; la estructura abierta, con la existencia consiguiente
de varias interpretaciones; la presencia de un protagonista
individual en lucha contra la idea de la muerte; la reinterpretación
del concepto de realismo (mezcla personajes reales con los de
ficción, intercala relatos...); etc. De ahí que inventara la
palabra “nivola” para denominar sus novelas, entre
las que destacan Niebla, Abel Sánchez,
La tía Tula y San Manuel Bueno, mártir.
Cultivó también la poesía de tema religioso y
filosófico (El Cristo de Velázquez) y el teatro.
4.3 Pío Baroja.
Nacido en San Sebastián (1872-1956), comenzó
defendiendo las ideas regeneracionistas y anarquistas para acabar en
una actitud de total desilusión y escepticismo.
Baroja fue un escritor fecundísimo. Muchas de sus
novelas se agrupan en “trilogías”, entre las que
destacan:
- la lucha por la vida: formada por La
busca, Mala hierba y Aurora roja,
en las que el autor describe los barrios más míseros de Madrid.
- la raza: formada por El árbol de
la ciencia, una de las más leídas de Baroja,
La dama errante y La ciudad de la niebla.
Entre 1913 y 1935 escribió una serie de
novelas con el título general de Memorias de un hombre de
acción, cuyo dinámico protagonista, Eugenio de Aviraneta,
es un antepasado del autor.
Son rasgos típicamente barojianos la
total libertad en la construcción de la novela -en la
que se van yuxtaponiendo los episodios, anécdotas y digresiones sin
otro nexo que la figura del protagonista-, la pintura de
ambientes, la inadaptación vital de sus personajes
- en conflicto consigo mismo o con el medio-, y el ágil ritmo
narrativo, con frases cortas y descripciones impresionistas.
4.4 José
Martínez Ruiz “Azorín”.
Nacido en Monóvar (Alicante, 1873-1967), evolucionó
desde sus ideas revolucionarias juveniles hacia posturas
conservadoras.
Sus temas recurrentes –las evocaciones de infancia y
juventud, las recreaciones de tierras y hombres de España, las
pinturas de paisajes- dominan tanto en sus ensayos (Los
pueblos, Castilla) como en sus novelas (La
voluntad), en las que el argumento es tan tenue que parece un
pretexto para hilvanar pinturas de tipos y ambientes. Su estilo,
basado en el predominio de frases cortas, se caracteriza por la
precisión y la claridad.
4.5 Ramón del Valle-Inclán.
Nació en Villanueva de Arosa (Pontevedra, 1866-1936),
fue un escritor peculiar, con su aspecto bohemio y un tanto
excéntrico.
En sus inicios narrativos utiliza, al igual que en su
teatro, una estética modernista de lenguaje sonoro y
musical, período del que son buen exponente sus Sonatas,
cuyo protagonista, el Marqués de Bradomín, símboliza
un mundo aristocrático y decadente en una Galicia primitiva. Pero a
partir de la serie de novelas recogidas bajo el título general de La
guerra carlista comienza su evolución hacia un estilo más
duro y más crítico que culminará en las novelas adscritas a la
tendencia deformadora y sarcástica del esperpento. Es
el caso de Tirano Banderas, novela en la que critica
las dictaduras hispanoamericanas, y de la trilogía de El ruedo
ibérico, donde satiriza la corrupción de costumbres en la
corte de Isabel II. (Su importante obra teatral se estudiará en el
tema correspondiente al teatro hasta 1939).
5.
La novela novecentista.
Se conoce con el nombre de Novecentismo
o Generación del 14 a los autores que sucedieron a la
Generación del 98 y alcanzan su plenitud literaria en la segunda
década del siglo XX. Se incluyen entre otros a Ortega y
Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Pérez
de Ayala, Gabriel Miró y Ramón Gómez
de la Serna.
Todos ellos comparten con el 98 la inquietud por el
problema de España, aunque rechazan la visión
dramática y subjetiva de sus predecesores y adoptan una actitud más
equilibrada e intelectual. Este enfoque será el que determine el
predominio del ensayo entre estos escritores. Como novelistas,
destacan Pérez de Ayala y Gabriel Miró, y, a
caballo entre el Novecentismo y el Vanguardismo, el inclasificable
Gómez de la Serna.
- En la novela de Ramón Pérez de Ayala (Oviedo, 1880-1962) abunda el elemento intelectual, con continuas digresiones sobre diversos temas. Su concepción experimental del relato le lleva a crear nuevas estructuras narrativas y a buscar originales perspectivas para la presentación de personajes y sucesos, como en Troteras y danzaderas. El lenguaje también se somete a la renovación: perfectas construcciones oracionales, con un léxico muy rico y seleccionado, junto a frases tomadas del habla popular.
- Las novelas de Gabriel Miró (Alicante, 1879-1930) se basan en descripciones construidas mediante la unión de distintas escenas ambientales y paisajísticas. La acción apenas existe más que para dar entrada al elemento descriptivo. Todo está supeditado a la expresión de percepciones sensoriales, de forma que los verdaderos protagonistas de sus novelas son los objetos, quedando los tipos humanos como meras anécdotas. Por ello, su estilo es muy elaborado y lírico, a la vez que lento y recargado. Sus obras más conocidas son Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso.
- Ramón Gómez de la Serna (Madrid, 1888-1963) lleva a la práctica la deshumanización del arte de la que hablaba Ortega hasta convertir la literatura en un juego de incoherencias, aproximándose al irracionalismo del arte de vanguardia. Escribió novelas libres, en las que el argumento es sustituido por digresiones sobre cualquier tema. Sus relatos no muestran interés por la psicología de los personajes y dejan paso a juegos, greguerías y exhibiciones de humor. Destacan Cinelandia y El torero Caracho. Su creación más ingeniosa es la greguería, que consiste en una asociación ingeniosa, e irracional, de ideas. Es una visión de las cosas expresada brevemente, a modo de refrán o sentencia. Ejemplos de greguerías son “la humanidad no será feliz hasta que se acabe la humanidad”, “la A es la tienda de campaña del alfabeto” o “en otoño deberían caer las hojas de los libros”.